La artesanía peruana se encuentra
entre las más variadas del mundo, como lo prueba
la amplia red de exportadores que cada año expone
el ingenio de los peruanos en mercados europeos, asiáticos
y norteamericanos. Su diversidad, colorido, creatividad
y múltiple funcionalidad hacen de ella una actividad
fundamental no sólo para la configuración
de la identidad peruana sino también para la
supervivencia de miles de familias y aún de pueblos
enteros, como los de Sarhua y Quinua, en Ayacucho.
Pequeñas y grandes piezas
que causan la admiración de propios y extraños,
contienen siglos de historia cargados de formas y también
símbolos prehispánicos que se funden y
conviven con otros traídos por los españoles.
Esa identidad múltiple y compleja es, quizá
y paradójicamente, una de las razones de la marcada
tendencia de la artesanía peruana al moderno
"arte ingenuo" que impregna de ternura e inocente
sabiduría a sus piezas.
La excelencia de los oficios artesanales
en el Perú se manifiesta, por ejemplo, en la
armonía de los diseños geométricos
en los tejidos, la minuciosa representación de
la vida campesina en los mates burilados, el mestizaje
cultural y el colorido de los retablos. Pero también
en la finísima talla de las piedras de Huamanga,
el complejo barroquismo de las tallas en madera, la
belleza de las piezas en oro y plata y las múltiples
formas que toma el barro en la cerámica.
Estas obras son sólo algunas de las manifestaciones de un pueblo que se comunica principalmente a través del arte, utilizando para ello un lenguaje cuyas claves fundamentales son la abundancia, la fertilidad y la apuesta por el futuro.
Estas obras son sólo algunas de las manifestaciones de un pueblo que se comunica principalmente a través del arte, utilizando para ello un lenguaje cuyas claves fundamentales son la abundancia, la fertilidad y la apuesta por el futuro.
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